Primer Corte Comercial

Resulta imprescindible hacer notar el hecho de que, desmembrar dos tentáculos de un pulpo, es una tarea intrascendente, a menos de que se desee cocinar al molusco por partes.

Pulpo, pues la diferencia entre cada uno de los ocho tentáculos es sólo el nombre que cada uno recibe (lo recuerdan vagamente... el meñique, se llama Enrigue... el anular... y así), mientras que comparten mismo cerebro (¿tienen cerebro los moluscos?) o, en su caso, las mismas pretensiones de perpetuidad: permanecer inmóviles; impasivos frente a la presencia de las tortugas calificadoras, quienes cuentan con mayor caparazón (mejor estrategia para esconderse) pero también, desafortunadamente, con mayor lentitud para moverse en el espacio.

Así, se cortan dos, de acuerdo con el cualquier criterio que, lejos de ser literario, es más bien anecdótico (lo cual paradójicamente, lo convierte en literario).

Desde aquí, felicitamos a Pepetoro y a Perenganito por haber sido los primeros en haber salido de las rejas a las que por voluntad propia fueron sometidos. Quizás en libertad, sus literaturas puedan existir.

Sería fantástico poder eliminar, asimismo, a los miembros del jurado que muestren mayor ineptitud, e incluso mayor aptitud para desplegar su falta de conocimientos o sus excesos de pretensión perpetua. Tendríamos nuevos miembros del jurado en la ediciones, incluso podríamos votar por eliminar los blog alternativos, mediante una democrática y muy analfabeta forma de discriminación: el voto directo.

Así, despedimos a Pepetoro y Perengano, con la misma frase que, en cada uno de sus respectivos blog fue insertada, y que a la letra dice:

Estimados Pepetoro y Sutano:

Con palabras certeras de Mariano Salazar Rosas, “los hombres contundentes sólo pierden la razón de ser ante la duda”.
Su estilo demostró, durante estas semanas, la capacidad innegable de convertirse en escritores contemporáneos exitosos: sin pretensiones propiamente literarias, con pretensiones políticas, con la convicción intrascendente de lograr, mediante la palabra, conmover al mundo.
El sorteo carece de sentido sin su salida; aunque es claro que la misma es sólo una muestra de la represión social que la falta de ambigüedad cumple con los ciudadanos.
No hace falta hacer notar el hecho de que sus minificciones, perfectas en sí mismas, tuvieran que haber sido aniquiladas, aunque permanecerán como parte del inconsciente colectivo, por siempre.
Leer sus textos será, en un futuro, una experiencia gratamente literaria, siempre de acuerdo con estos altísimos estándares a los que los miembros del jurado -miembros de la más alta forma de la cultura -nos han acostumbrado durante todos estos años.
Sin duda estaremos encontrándonos entre líneas.